En el siglo XIII, el infante don Juan Manuel en su Libro de la Caza cuenta como estas tierras eran grandes humedales buenos para la caza de ánades.
Fue Palomares a fines del siglo XIV y durante poco tiempo señorío de Pedro Carrillo de Huete que lo era de Priego y fue padre de la primera condesa. Entregado el Señorío por la reina Catalina, esposa de Enrique III, y señora de esta tierra, ella misma lo revoca en 1400. Fue Pedro Carrillo Halconero mayor de Juan II es a quien debe Huete la concesión del título de Ciudad.
Enrique IV, junto a sus
incondicionales, los Maestres de Santiago, D. Juan Pacheco y el de Calatrava,
se encuentra en el castillo de Montalbo. Era finales de Febrero de 1449. D.
Álvaro de Luna, mediador entre el Príncipe D. Enrique y su padre, el Rey, Juan
II, concierta una entrevista entre don Lope de Barrientos, Obispo de Cuenca y
el Marqués de Villena, en la vecina villa de Palomares para hablar sobre la
toma de Toledo. En representación de D. Álvaro, acude su Camarero personal
Fernando de Ribadeneyra. Tras las conversaciones quedó concertado y asegurado
que el Príncipe, D. Enrique, no recibiría Toledo, aunque se la ofreciera Pero
Sarmiento. Cuando D. Álvaro supo del acuerdo, sale de Huete y se dirige a
Montalbo, donde estaba el Príncipe. Y en el castillo de Montalbo se confirmó y
juró la CONCORDIA de PALOMARES. Era 1 de Marzo de 1449. Acuerdo, que, por
cierto, de nada sirvió, por su incumplimiento". Crónica de Juan II.
El 26 de julio de 1449 se formó la gran liga de los nobles en Coruña del Conde. Formaban esta liga el rey Juan II de Aragón y Navarra, el príncipe de Asturias, Enrique IV, el almirante de Castilla, Fadrique Enríquez, el conde de Plasencia, Pedro de Estúñiga, el conde de Benavente, Juan Alonso Pimentel, el conde de Haro, Pedro Fernández de Velasco, el marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza y otros nobles. En la Concordia de Palomares de octubre de 1449 se acordó devolver el castillo de Burgos al conde de Plasencia, Pedro de Estúñiga. La reconciliación de Álvaro de Luna con la nobleza fue jurada en Tordesillas el 21 de febrero de 1451 y confirmada por el rey Juan II de Castilla el 10 de marzo de 1451
El 27 de Diciembre de 1502, en la villa de Montalbo, otorga testamento Don Esteban Coello, modificado con el Codicilio posterior que firma el 28 del mismo mes. En el testamento, arremete contra su hijo, Hernando de Ribera, heredero del Mayorazgo de Villarejo de la Peñuela, a quien acusa de incumplimiento de las disposiciones testamentarias de la madre Doña Violante, ya fallecida, en el sentido de que éste heredase las rentas y el Señorío, sólo a la muerte del padre. Aclara D. Esteban que las rentas usurpadas alcanzan los 600.000 maravedíes y obliga a su hijo Hernando a dotar una Capellanía de 5.000 maravedíes anuales y donar 1.000 más al Hospital de Montalbo, a cambio de su perdón. Declara, además, haber concedido a este hijo en su casamiento 100.000 maravedíes en moneda y otros 100.000 en que fueron valorados 500 ovejas y 500 corderos, más una heredad en Palomares.
El 27 de Diciembre de 1502, en la villa de Montalbo, otorga testamento Don Esteban Coello, modificado con el Codicilio posterior que firma el 28 del mismo mes. En el testamento, arremete contra su hijo, Hernando de Ribera, heredero del Mayorazgo de Villarejo de la Peñuela, a quien acusa de incumplimiento de las disposiciones testamentarias de la madre Doña Violante, ya fallecida, en el sentido de que éste heredase las rentas y el Señorío, sólo a la muerte del padre. Aclara D. Esteban que las rentas usurpadas alcanzan los 600.000 maravedíes y obliga a su hijo Hernando a dotar una Capellanía de 5.000 maravedíes anuales y donar 1.000 más al Hospital de Montalbo, a cambio de su perdón. Declara, además, haber concedido a este hijo en su casamiento 100.000 maravedíes en moneda y otros 100.000 en que fueron valorados 500 ovejas y 500 corderos, más una heredad en Palomares.
Palomares del Campo obtiene su privilegio de villazgo en 1553, pertenecía al sexmo del Campo de la ciudad de Huete, como se puede leer en la Relaciones Topográficas de 1578: “que desta villa pricipia un campo, grande y llano que va a la parte de la ciudad de Huete, que dura tres leguas, o poco menos; y que deste campo participan en labrar Carrascosa, y ansí llaman Carrascosa del Campo, y el Olmedilla, e los vecinos [...], Gaisos e Torrejoncillo”.
Ya villa pertenece a los Ruiz de Alarcón, primos de los señores y condes de Valverde de Júcar, y Siruela y como señores de Valera de Arriba- Valeria- y Santa María del Campo son condes de Javier y de Granada de Ega, también en ellos el señorío de Montalbo desde inicios del siglo XVIII.
Descontentos del marqués de Leganés. Diego Mesía Dávila, primo del conde duque de Olivares, a quien la Corona concede su señorío y sin la cantidad total necesaria para ejercer el derecho de retracto es el obispo Francisco Ruiz de Alarcón quien aporta los 17.000 ducados en falta quedando como fianza del préstamo la jurisdicción de Palomares, la falta de pago lleva a los Alarcón el señorío de Palomares y de su despoblado de Fuente el Pez. Al Obispo continúa en 1675 Diego Ruiz de Sandoval, sobrino carnal del Obispo e hijo y hermano del señor de Valera de Arriba, en cuya descendencia afincada en Tarancón sigue hasta la supresión de los Señoríos.
Estaría por estas tierras que rodean las ruinas de la ermita de San Miguel, ahora conocidas como
Hoya de la Merced, la aldea de Fuente el Pez. La vegetación nos avisa de los cursos de agua que
por aquí discurrían.
Del segundo matrimonio del I conde de Uceda es cuarto hijo Diego Mesía Dávila Felípez de Guzmán, I marqués de LEGANÉS
Francisco de Alarcón y Covarrubias (Valladolid, 29 de marzo de 1589 - Córdoba, 18 de mayo de 1675), maestrescuela y canónigo de la catedral de Cuenca gracias a su tío Sebastián de Covarrubias, inquisidor de Barcelona y de Valencia, y obispo sucesivamente de Ciudad Rodrigo, de Salamanca, de Pamplona y de Córdoba.
La villa de Palomares del
Campo, en el año de 1654, fue cedida por Felipe IV al II marqués de Leganés, en
premio a sus buenos servicios. El II marqués de Leganés, IV duque de Sanlucar
la Mayor, mantuvo el señorío al menos hasta enero de 1660. Muere el marqués en
1666. Los vecinos se resistieron a esta cesión y venta y ofrecieron tanteo y
compraron la jurisdicción por 17.000 ducados, para lo cual recibieron un censo,
por valor de dicha cantidad, de don Francisco de Alarcón, obispo en este año de Córdoba y hermano del III señor de Valera de Arriba y titular del mayorazgo de los Alarcón en Palomares del Campo. La
villa quedó en una situación especial, pues aunque se libró de ser señorío
dependiente del marqués de Leganés, quedó como en depósito de don Francisco de
Alarcón y sus descendientes, hasta que: “la villa le aprontase dha cantidad, en
cuya virtud hizo dicho señor donación de su derecho en un sobrino suyo llamado
Don Diego de Alarcón, caballero del Orden de Santiago, vecino de la villa de
Tarancón”.
El 17 de diciembre de 1660
ya estaba la villa bajo el poder de don Francisco de Alarcón; el obispo tenía,
entre otras cosas, facultad para confirmar los oficiales que la villa elegía.
El Concejo de Mesta del año 1602 se
celebra en Palomares del Campo
En 1787, año en que don Rafael de Ribas, párroco de Palomares del Campo, envió las respuestas al interrogatorio de Tomás López, los derechos sobre la villa por sucesión, los poseía doña Francisca Teresa Ruiz de Alarcón. Los citados derechos consistían en que la señora elegía las justicias de la villa, sin otra regalía.
Podemos, pues, decir que se evitó la venta, pero no la incautación de
la prenda por el acreedor. Los descendientes de don Diego de Alarcón, poseían
derechos de tipo jurisdiccional sobre ésta, en tanto no se devolviese el censo;
Palomares del Campo se había convertido en un señorío.
Don Rafael de Rivas en
1787, en las respuestas que envía a Tomás López, al
hablar de Fuente el
Pez, señala: “también hay una ermita advocacicón a San Miguel Arcangel
maltratada y
ultrajada en el año
1706 por el exercito del archiduque Carlos en los días 12, 13 y 14 del mes de
septiembre de 1706
en cuyos días hizo
mansión el referido exercito en este término; los utrages que padecio dho.
santuario fueron que después de haver quemado las puertas, y techumbres de la
ermita; cortaron la caveza a la Imagen
del sto. Arcangel,
orejas y narices, rodaron con ella, como si fuera una bola.
En Palomares,
“en el año de 1706 por
los días doze, treze y catorze de septiembre estubo acampado el exercito del
señor archiduque en el término y jurisdicción de la dicha villa de Palomares
que se componía en
gran parte de
ingleses, y olandeses, por desgracia de dicha villa la saquearon en los dichos
tres días llevándose granos y alaxas y ropas y quanto hubo en dicha villa
quemando diferentes cassas como hicieron a la de
mi parte, desnudando
quantos encontravan asta con los eclesiásticos, y de el dicho sasqueo no se
reservo la
iglesia [...],
llevándose cinco mil y doscientos y tantas cabezas de ganado, cient treinta y
nueve cavallerías
de menor y venite y
tes de mayor y quince reses de vacuno [...], maltratando de obra y de palabra a
todos los
vecinos [...] y al
terzer día que fue quando levantaron el campo pasando todo el exercito por esta
villa pegaron fuego a veinte y una casas de las quales se asolaron las zinco y
las demás quedaron quasi in avitables”.
En el bando borbónico estaba,
Juan de Cereceda vino al mundo en Villares del Saz de D. Guillén, el 14 de marzo de 1665. Fue el único hijo varón de Juan de Cereceda (†1684), natural
de la dicha villa, y de Agustina Carrascosa (†1687), natural de Zafra de Záncara, ambos
hidalgos pero ninguno con ascendientes militares en sus respectivas familias. Su infancia
transcurrió en su villa natal, en una casa que todavía se conserva, hasta que sus padres le enviaron
a estudiar al colegio que la Compañía de Jesús tenía en la no distante villa de Huete. A
finales de junio de 1682, cuando contaba poco más de 17 años y sin que conozcamos las
circunstancias, abandonó el colegio y sentó plaza de soldado en la compañía de caballos de Juan
Manuel de Pueyo y Garcés, comisario general del trozo de caballería de Rosellón, acuartelado
a la sazón en Huete, pocos días antes de que hubiera de ponerse en marcha hacia el Principado
de Cataluña.
En 1720, siendo mariscal de campo, se retiró voluntariamente a su casa de Villar del Saz de D. Guillén (hoy Villares del Saz), hecho que no le impidió ascender a teniente general de los RR. EE. (1734), empleo que tenía cuando murió el 5 de noviembre de 1743.
Comendador de Abanilla, Caballero de Calatrava, Coronel del Regimiento de Caballería del Rosellón, Brigadier Marcial del Campo, Inspector General de Caballería de los reinos de Aragón, Valencia y Cataluña, Gobernador de lo Político y Militar de la ciudad y puerto de Alicante? y el de Teniente General de los ejércitos del Rey Felipe y, que ostentaba a su fallecimiento
Juan de Cereceda y Carrascosa: Conocido como el Centauro de la Mancha. Caballero de la Orden de Calatrava. Las gestas de este soldado, no son célebres porque jamás redactó un memorial para solicitar ascensos o distinciones. Es más, cuando se le ofreció el cargo de gobernador de Alicante, renunció con las únicas palabras que se sabe que pronunció delante de otras personas: Antes prefiero mandar a cuatro soldados inválidos que a miles de civiles.
El 12 marchamos al campo de Nuestra Señora de las
Fuentes o de Calomares-Palomares-. Fue de 4 leguas esta marcha, donde hallamos mucha abundancia de ganados y
grandes viñas, por donde marchamos dos dias. El 14 fuímos al campo de Nuestra
Señora de las Fuentes Redepardillas, que tiene un gran rio. Pasó la infantería el puente
junto a Palomares. Esta noche volvimos a marchar por terreno muy montuoso al lado de
Safra, donde había mucho ganado. Pasamos el Río Çucar y acampamos de la otra parte. Fue
de 7 leguas esta mar- cha. Aquí se divide la Mancha del Reino de Valencia».
Quien esté algo familiarizado con la geografía de aquella región manchega quedará confundido. Quizá el problema radique en la identificación de ese campo de «Nuestra
señora de las Fuentes Redepardillas», que quizá no corresponda con la actual ermita de Ntra Señora de las Fuentes, junto a Villarejo de las Fuentes, sobre el Záncara, sino más bien a otra situada más al N.O. y próxima a Palomares, en el Cigüela.
En
todo caso el ejército pasó por Palomares, donde saquearon la ermita
de San Miguel, Torres (Torrebuceit), Sanclos (¿?) y Safra (Zafra de Záncara), desde donde marchó a pasar el Júcar por el puente de Olivos (Olivares), el 16 de setiembre.
Desde Zafra, donde saquearon la ermita del Hospital, intramuros de la villa, pasaron a Villares del Saz, el mismo 16 por la mañana. Algunos soldados “desmarchados” entraron en su iglesia parroquial, forzaron una alacena y robaron 3 crismeras, aunque uno de los ladrones fue perseguido y muerto por un vecino que restituyó a la iglesia las dos que llevaba consigo. En cambio, Cervera y Olivares no sufrieron daños por la urgencia de pasar el río aquella misma tarde, acampando en la ribera opuesta nada más trasponer el puente de Talayuelas, «de leños», junto a la concurrida y famosa venta de su nombre, que hoy yacen bajo las aguas del pantano de Alarcón. El dia siguiente hicieron 3 leguas hasta «Villa-Verde», donde Couto señala la existencia de una torre en el campamento que montaron. Naturalmente, no se trata de Villaverde, que nunca la ha tenido, sino de Valverde, punto opuesto al paso natural del Júcar por el antiguo Camino Real de Valencia. Desde aquel campamento de Valverde, partió el dia siguiente un destacamento de 900 hombres, al mando del conde de Soure, para saquear Alarcón, mientras que otro al mando de Francisco Pimentel marchaba a tomar Cuenca para quedarse allí de guarnición. Este último dato viene a confirmar nuestra refutación anterior, pues precísamente por Valvede pasaba la vieja calzada romana de Valeria, pegada al curso del rio Gritos, ruta que tomaron. Por cierto, éste destacamento, que incluía al regimiento
alemán de Kaulbars, fue el que dejó una imborrable huella de su paso por Valera y Olmeda.
Desde Zafra, donde saquearon la ermita del Hospital, intramuros de la villa, pasaron a Villares del Saz, el mismo 16 por la mañana. Algunos soldados “desmarchados” entraron en su iglesia parroquial, forzaron una alacena y robaron 3 crismeras, aunque uno de los ladrones fue perseguido y muerto por un vecino que restituyó a la iglesia las dos que llevaba consigo. En cambio, Cervera y Olivares no sufrieron daños por la urgencia de pasar el río aquella misma tarde, acampando en la ribera opuesta nada más trasponer el puente de Talayuelas, «de leños», junto a la concurrida y famosa venta de su nombre, que hoy yacen bajo las aguas del pantano de Alarcón. El dia siguiente hicieron 3 leguas hasta «Villa-Verde», donde Couto señala la existencia de una torre en el campamento que montaron. Naturalmente, no se trata de Villaverde, que nunca la ha tenido, sino de Valverde, punto opuesto al paso natural del Júcar por el antiguo Camino Real de Valencia. Desde aquel campamento de Valverde, partió el dia siguiente un destacamento de 900 hombres, al mando del conde de Soure, para saquear Alarcón, mientras que otro al mando de Francisco Pimentel marchaba a tomar Cuenca para quedarse allí de guarnición. Este último dato viene a confirmar nuestra refutación anterior, pues precísamente por Valvede pasaba la vieja calzada romana de Valeria, pegada al curso del rio Gritos, ruta que tomaron. Por cierto, éste destacamento, que incluía al regimiento
alemán de Kaulbars, fue el que dejó una imborrable huella de su paso por Valera y Olmeda.
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