La escuela conquense de Fernando Yáñez de la Almedina, 1505-1537.
2008. exposición en la Catedral de Cuenca.
A partir de 1525 Fernando Yáñez trabaja en Cuenca, revolucionando la pintura local y adecuándola a las normas del pleno renacimiento.
Hernando o Fernando Yáñez de la Almedina, 1505 – 1537, fue un pintor renacentista español, introductor de las fórmulas quattrocentistas italianas en Valencia y Castilla la Nueva. Su conocimiento de la pintura de Leonardo da Vinci, con quien pudo colaborar en el perdido mural de La batalla de Anghiari, conjugando su influencia con la de otros pintores italianos como Filippo Lippi o Perugino, se pone de manifiesto tanto en el conjunto de su producción pictórica como en sus dibujos (Museo del Louvre) y en la labor de sus seguidores directos, como los valencianos Miguel Esteve y Miguel del Prado o el conquense Martín Gómez el Viejo.
Martín Gómez el Viejo, entre 1526 y 1562, será el principal heredero de Yáñez en Cuenca. Después, entre 1562 y 1585, le sucederá su hijo Gonzalo. Finalmente los nietos de Gómez el Viejo, Juan y Martín Gómez el Joven.
Las noticias documentales acerca de Martín Gómez el Viejo arrancan de
la carta de dote, que el pintor no pudo firmar por no saber escribir, fechada
en abril de 1526.
Se sabe por ella que era hijo de Julián Gómez, vecino de la
villa de San Clemente de la que probablemente fuese natural. Contrajo
matrimonio con Catalina de Castro, hija del pintor Gonzalo de Castro, con
domicilio en el barrio de San Esteban de Cuenca.1 Con su suegro y sus cuñados,
Diego y Pedro de Castro, integró el taller más activo de la diócesis, a cuyo
frente se situó a la muerte de Gonzalo de Castro en 1535.
Con Catalina de Castro tuvo tres hijos, Gonzalo, abuelo del arquitecto Juan Gomez de Mora, y Julián,
también pintores, y Catalina, que casó con Mateo Calvete, procurador.
A su
muerte (1562), continuó con el taller Gonzalo, nacido en 1531 y desde 1552
asociado artísticamente con su padre en obras como el retablo de los Santos
Mateo y Lorenzo de la catedral de Cuenca.
La incorporación de Martín Gómez al taller de Gonzalo de
Castro queda confirmada por un documento de poder otorgado en 1532 a su suegro,
junto con sus cuñados y firmado por él, que entre tanto había aprendido a
escribir, para que contratase la pintura y dorado del retablo de la iglesia
parroquial de Horche, en la actual provincia de Guadalajara. Tanto este como
el resto de los retablos documentados en estos años se han perdido,
conservándose únicamente el de Valdecabras, en el que trabajaba el equipo en el
momento de morir Gonzalo de Castro.
La asimilación de los modelos de Fernando
Yáñez de la Almedina, presente en Cuenca entre 1525 y 1531, es ya manifiesta en
este retablo y ha de deberse a la intervención de Martín Gómez más que a la del
viejo Castro. Algunas tablas, como las de David e Isaías, parecen incluso
directamente copiadas de los paneles del retablo de la Crucifixión pintado por
Yáñez para la catedral conquense.
Ya en solitario y a partir de 1547, cuando percibió alguna
cantidad por el retablo de escultura de la capilla de Santiago de la catedral,
limitada su participación al dorado, monopolizará los trabajos de pintura en el
templo catedralicio: retablos del Cabildo, 1548-1549, y de san Mateo y san
Lorenzo, 1553-1554.
De este momento y pintada también para la catedral ha de
ser la Presentación del Niño Jesús en el templo (Museo Diocesano), la obra más
célebre y de mayor nivel del pintor, a la vez que la más cercana a Yáñez de la
Almedina, a quien en ocasiones se ha atribuido.
Al margen de estas obras para
la catedral, y junto a otros trabajos menores, en 1550 contrató un retablo de
San Juan Evangelista para el convento de Santo Domingo, a costa de la
capellanía fundada por Francisco Hernández, fallecido en las Indias, del que se
conserva la tabla central en el Palacio Episcopal.
La última obra documentada, de lo conservado, es el retablo
de la parroquial de Castillejo del Romeral, asentado y tasado en 1555 por lo
que debió de ser pintado inmediatamente antes.
Desmembrado y sustituido por
otro barroco, restan cuatro tablas en el muro de la Epístola de la propia
iglesia, dos en formato rectangular, con la Adoración de los Reyes y una nueva
versión de la Presentación más recogida que la anterior pero con rica
ornamentación renacentista, como por ejemplo en los angelotes del ara del
altar, que debió de tomar de estampas, y dos tondos con las imágenes de los
santos Juan Bautista y Antonio Abad.
Entre las obras atribuidas cabe destacar la copia de la
Piedad de Sebastiano del Piombo procedente de la cárcel de Cuenca y propiedad
del Ministerio de Justicia. La pintura original, sobre pizarra, pintada para
Francisco de los Cobos con destino a su Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, no
se completó antes de 1539, por lo que hay que descartar totalmente la
posibilidad de que la copia fuese ejecutada por Yáñez, como alguna vez se ha
supuesto a la vista de la figura de San Juan Evangelista, tras la Virgen y mal
encajada en la composición, que no es copia del original de Piombo y recuerda
al contrario imágenes semejantes del pintor de la Almedina. La copia atribuida
a Gómez conserva el marco original, con una inscripción tomada de las
Lamentaciones de Jeremías, lo que permite descartar que fuese parte de un
retablo pero pudiera tratarse de la pintura que el ayuntamiento le encargó en
1549 para el altar de Nuestra Señora de la Piedad de la catedral, «que es a
cargo de esta çibdad».Palomares de Huete, hoy Palomares de Campo
Gonzalo de Castro, uno de los pintores locales más relevantes del primer tercio de la centuria.
Hijo del también pintor Gonzalo de Castro,
Trabajó con su padre y con su cuñado Martín Gómez el Viejo
en el altar mayor de la iglesia de Valdecabras, Cuenca
LA CAPILLA DE POZO O DE SAN ROQUE catedral de cuenca
Fue fundada por el canónigo Juan del Pozo en 1503, en el
lugar contiguo del Transparente y trasladada a su emplazamiento actual en el
siglo XVIII. Dispone de una reja y un altar de estilo góticos, según proyecto
de Juan Francés, en 1511. El retablo es obra de Gonzalo de Castro de comienzos
del siglo XVI. La talla central del retablo que representa la Asunción de la
Virgen fue trasladada al Museo Diocesano y fue sustituida por la de San Roque.
El retablo contiene numerosas pinturas de óleo sobre tabla.
El retablo de Valdecabras es obra de Martín Gómez
el Viejo y de sus parientes Gonzalo y Pedro de Castro,
Gonzalo de Castro había nacido en 1475, hijo de un judío converso seguramente conquense.
En la fecha del contrato del retablo de Valdecabras cuenta sesenta años
de edad,
Se le debe atribuir el grupo de obras más flojas y tradicionales.
Su hijo Pedro cuenta, aproximadamente igual que su cuñado Martín, con veinticinco años cuando Yáñez arriba a Cuenca.
Conocemos numerosas noticias sobre la vida familiar de Pedro de Castro, pero muy pocas sobre su actuación artística, probablemente debido a la meodiocridad profesional que cabe suponerle a la sombra de Gómez el Viejo.
El papel de Pedro en la elaboración del retablo de Valdecabras quedaría reducido al de simple colaborador de fondos y ciertos ropajes. Y a dar color a la mazonería que, si atendemos a sus orígenes como pintor, parece que podría ser para lo que estaba realmente preparado.
En 1513, Gonzalo de Castro puso a su hijo Pedro como aprendiz de Ginés López. Pintor de imagineria y vecino de Chinchón.
En 1525 consta documentalmente la presencia de Yánez en la ciudad de Cuenca.
En 1526 redacta Martín Gómez el Viejo carta de dote a favor de Catalina de Castro, hija de Gonzalo de Castro. Se sabe por ella que era hijo de Julián Gómez, vecino de la villa de San Clemente de la que probablemente fuese natural.
Cabe pensar que se integrara a continuación, en el taller que lideraba
su suegro y que también acogía a sus cuñados Diego y
Pedro de Castro.
Pero lo cierto es que hasta febrero de
1532, quizá como producto de una laguna documental,
no se certifica la actividad del taller Gómez-Castro en
relación con trabajos concretos sucesivos.
Martín Gómez pudo colaborar con de la Almedina Yáñez 1526 y 1531. En sus producciones para la iglesia provinciales mantiene Gómez el esquema tradicional, como en los retablos de Castillejo del Romeral y Villarejo del Espartal.
Pero en el ambiente más culto y preparado de la capital del obispado no duda en utilizar profusamente las tipologías de Yáñez
Retablo de Valdecabras de 1534-1535.
Retablo para el cabildo de los canónigos. Conocida su documentación desde el pasado siglo, ha sido uno de los trabajos más citados por los estudiosos de Gómez .
Entre 1548 y 1550 se pagó al pintor la cantidad de cien ducados en que el tasador Bartolomé de Iñiga, vecino de Huete, valoró el trabajo de Martín Gómez.
El retablo de San Juan Evangelista (palacio episcopal de Cuenca), de 1550, es otra de las obras recientemente incorporadas al catálogo pictórico de Gómez. Se realizó para la capilla del indiano Francisco Hernández, situada en la iglesia de Santo Domingo.
El retablo de los Santos Mateo y Lorenzo de la catedral. Es uno de los trabajos mejor documentados del pintor. Esteban Jamete ejecutó la mazonería entre finales de 1551 y finales de 1552. Entonces empezó Gómez su trabajo que terminaría en 1554
El retablo de la iglesia de Castillejo del Romeral es, por ahora, el último trabajo documentado que conocemos del pintor conquense.
MAZONERIA. Parte ‘arquitectónica’ de un retablo, o sea, el conjunto de encasamentos (hornacinas, columnas, estípites, ménsulas, batea…) en que se alojan las imágenes.
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